El reciente anuncio del gobierno sobre el lanzamiento de OLINIA, un auto eléctrico accesible, ha generado un debate sobre su viabilidad económica, su impacto en el mercado automotriz y el papel del Estado como fabricante
A primera vista, el objetivo parece noble: ofrecer un vehículo sostenible y asequible. Sin embargo, su fabricación y comercialización estatales plantean preguntas importantes sobre el rol del gobierno en actividades tradicionalmente privadas.
La Historia Detrás de OLINIA
OLINIA, cuyo nombre significa «movimiento» en náhuatl, será presentado oficialmente en junio de 2026 durante la inauguración del Mundial de Fútbol en el Estadio Azteca. Con tres modelos diseñados para satisfacer diferentes necesidades, el auto promete ser una opción ecológica y económica.
El proyecto contempla una inversión inicial de 25 mil millones de pesos, con miras a competir directamente con marcas privadas. El gobierno argumenta que esta iniciativa fomenta la transición hacia una movilidad limpia, pero los críticos señalan que podría repetir los fracasos de otras empresas estatales.

Lecciones del Pasado: Autos Borgward y Mexicana de Aviación
México no es ajeno a los experimentos gubernamentales en el sector automotriz. Durante el sexenio de López Mateos, el gobierno invirtió en la fabricación de autos Borgward, pero la iniciativa fracasó debido a la baja aceptación en el mercado. Más recientemente, Mexicana de Aviación, relanzada como una aerolínea estatal, ha enfrentado problemas financieros y una baja ocupación que la llevaron a recortar rutas. Estos antecedentes generan dudas sobre la capacidad del gobierno para gestionar empresas de este tipo.